miércoles, 18 de julio de 2007
La historia de las tres grandes Antillas: Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico
La historia de las tres grandes Antillas: Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico está profundamente unida, no sólo desde sus raíces económicas, políticas y sociales, sino desde el pensamiento independentista de sus hijos.
En la década de los años 60 del siglo XIX, cuando ya existía en la antigua Quisqueya dos estados independientes, los de Haití y República Dominicana, se producen en tierras borinqueñas y cubanas los dos primeros levantamientos insurreccionales: el Grito de Lares, el 23 de septiembre, y el de Yara, el 10 de octubre, ambos en 1868.
Aquellas dos islas, sometidas por siglos a la colonización hispana, a la economía de plantación -signo verdaderamente caribeño- y a la infame institución de la esclavitud, transitarían ambas por distintos procesos identitarios hasta la toma de conciencia de sí, en la que los insulares criollos comenzarían a verse y sentirse como puertorriqueños y como cubanos.
Del reformismo al independentismo transitarían luego de los fracasos de todos sus intentos ante la corte de Madrid, para obtener mejoras políticas, financieras, jurídicas y sociales, como la representación de sus propios diputados en España, la separación del gobierno civil y militar, el cese del estado de excepción establecido en ambas colonias en aquellos años, el establecimiento del impuesto directo y el aumento de las franquicias comerciales, así como el tema siempre clave en todo el discurso antillano de la abolición de la esclavitud.
El fracaso del movimiento reformista, tanto en Cuba como en Puerto Rico, durante el reinado de Isabel II, y el desarrollo del ideario independentista -tanto en el territorio insular como en los núcleos patrióticos emigrados, particularmente en la ciudad de Nueva York, donde y desde 1865 se había fundado la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico por el borinqueño José Francisco Basora y el cubano Juan Manuel Macías-, contribuyeron a acelerar el proceso histórico y condujeron a la organización de las fuerzas separatistas a favor de la independencia.
El destierro de personalidades como las de Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis, decretado en Puerto Rico por el general Marchesi, dio además oportunidad a los patriotas a ampliar el diálogo antillano de su proyecto conspirativo, al escapar ambos por la vía de Guánica y de Saint Thomas a Nueva York, en 1867.
Jugaría un significativo papel en el decursar de los acontecimientos el chileno Benjamín Vicuña Mackenna, quien colaboraría igualmente en las páginas del órgano de prensa de la junta cubano-puertorriqueña: La Voz de América.
Segundo Ruiz Belvis viajaría en compañía del representante sudamericano al país austral en busca de apoyo efectivo al movimiento revolucionario antillano, mas la muerte cortaría su acción, pero no su ejemplo.
Mientras, en la urbe neoyorquina, Ramón Emeterio Betances constituyó el Comité Revolucionario de Puerto Rico junto a sus compatriotas Carlos Elio Lacroix, Mariano Ruiz Quiñones y el patriota dominicano, general Ramón Matías Mella, uno de los pilares de la independencia antillana.
Comenzaba a articularse el plan de la insurrección, a organizarse el movimiento en juntas revolucionarias en todo Borinquen y la recaudación de recursos, de apoyo material y logístico para producir el levantamiento armado en la isla y dar el grito de independencia.
A pesar de las acciones del entonces presidente dominicano Buenaventura Báez, quien persiguió sumariamente a los conspiradores en su territorio, Betances viajó a la República Dominicana y allí fundó juntas similares a las ya existentes en Puerto Rico, en concertación con el general Mella y otros revolucionarios para coordinar las acciones y apoyar la independencia de su amada Borinquen.
En la ciudad de Mayagüez fue creado el centro conspirativo del movimiento, la junta directriz que respondía al comité de Nueva York y a don Ramón Emeterio Betances.
En esa Junta se destacó singularmente una mujer, Eduvigis Benachamp, como en la de Lares, presidida por don Manuel Rojas, sobresalió también otra fémina, Mariana Bracetti, activas luchadoras independentistas que dignificaron, desde sus orígenes, el rol de las patriotas en el proceso revolucionario puertorriqueño.
También se extendieron las Juntas por otras ciudades de la geografía insular como Ponce, San Sebastián y Camuy. En la sesión plenaria del movimiento juntista, realizada en Mayagüez, se acordó la proclamación de la independencia para el 29 de septiembre de 1868 y se decidió que esta se produciría en la Junta Centro Bravo de Lares.
Mas descubierto el plan insurreccional por las autoridades españolas, y avisados los conspiradores en Lares, como otros de Mayagüez, se toma la decisión de adelantar el alzamiento y este se produce el 23 de septiembre de 1868 al grito de: '¡Muerte o Libertad! ¡Viva Puerto Rico Libre!'.
Bajo el mando de Manuel Rojas, en su calidad de jefe del incipiente Ejército Libertador, con viejos fusiles y machetes de labranza, se produce el primer enfrentamiento con las fuerzas hispanas, se apoderan los patriotas de Lares y proclaman la independencia.
Establecen un gobierno provisional presidido por Francisco Ramírez Medina, e integrado entre otros por Clemente Millán, ministro de Justicia; Federico Valencia, ministro de Guerra; Aurelio Méndez, del Interior y Bernabé Poll, en calidad de secretario de las autoridades de la joven República en Armas.
Así nació el primer movimiento independentista en Puerto Rico, alentado por el ideario de Ramón Emeterio Betances.
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